Dios omnipotente,
Sanador Divino de todos los hombres,
dame fuerza y valor en mi profesión.
Concede a mi corazón compasión y cariño.
Concede a mis manos habilidad y ternura.
Concede a mi cuidar conocimiento y sabiduría.
Sobre todo, Dios mío,
ayúdame siempre a recordar el verdadero propósito de mi vocación:
el servicio generoso y la dedicación a los débiles
y a quienes desesperan, en su cuerpo y en su espíritu. Amén.
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